“El Alzhéimer nos quita lo más valioso que tenemos: los recuerdos”, dicen.
Pues…

Te prometo que haré todo lo posible para que puedas seguir recordando todo lo que quieres.

Te prometo que te ayudaré.

Te prometo que te repetiré mi nombre las veces que haga falta hasta que se te quede, y si se te olvida, te lo volveré a recordar.

Te prometo que dibujaré corazones por cada rincón para que recuerdes cada día lo mucho que te quiero.

Te prometo que te contaré tus historias como si fuera un cuento, para que no te quiten el privilegio de recordar cada momento vivido.

Te prometo que te llenaré de post-it la casa con las cosas más importantes, y para que sepas qué es qué.

Te prometo que tendré paciencia cuando me repitas una y otra vez lo mismo.

Te prometo que te imprimiré fotos para que las veas todas las veces que quieras.

Te prometo que haré todo lo posible para que no te des cuenta de que algo no va bien, de que los recuerdos se van.

Te prometo que haré todas las tonterías que haga falta para que no te olvides de sonreír en ningún momento.

No te mereces menos.


«Recordamos tus olvidos,
y tratamos de que no olvides tus recuerdos, porque no olvidamos que no recuerdas,
y te abrazamos y sonreímos;
¿por qué sonríes…?
Sonries porque te queremos.»

PorEllosValeLaPenaLuchar

Nueve consejos para quien convive con alguien que sufre Alzheimer u otro tipo de demencia

Convivir con alguien que sufre demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer) consume tanto tiempo y dedicación, que incluso puede llegar a parecer una vivencia insuperable.

A veces da la sensación es que, por mucho que hagamos de nada sirve; nuestro familiar enfermo sigue pareciéndonos frustrado y confundido.

Sin embargo, hay cosas que podemos hacer para ayudar a que un ser querido con Alzheimer disfrute de sus actividades cotidianas.

Aquí hay algunos consejos que pueden ser de utilidad, incluso cuando, en apariencia pueden parecernos frustradas o confundidas fácilmente, siga estos pasos para ayudarlos a sentirse tranquilos y seguros:

  1. Cuídese como cuidador para que su familiar se sienta mejor

Aunque parece un consejo baladí, resulta fundamental que quien dedica varias horas al día a cuidar a un ser querido que sufre Alzheimer encuentre “sus” momentos en los que hacer algo que le guste o sencillamente poder “desconectar” del cuidado.

Resulta importantísimo evitar “quemarse” como cuidador. Si no se hace puede suceder que el cuidador se convierta a su vez en enfermo. Para conseguir estos espacios de descanso es importante que los seres queridos del entorno del enfermo se impliquen y no dejen toda la carga del cuidado en una única persona. Además es algo que hay que hacer de forma planificada, no se trata de “echar una mano” cuando el cuidador no puede más sino de, como dice el siguiente consejo, crear una rutina.

  1. Crear y mantener una rutina

Las personas que sufren Alzheimer suelen vivir mejor si su rutina sigue un horario bastante fijo en el que tanto los espacios como las personas y las “cosas que pasan” siguen un orden que se mantienen. Los cambios pueden ser difíciles para ellos.

Parte de la rutina puede estar formada por una serie de “rituales cotidianos” como utilizar palabras y gestos parecidos cuando se va a hacer una actividad. Por ejemplo una frase, la misma, siempre, cuando nos levantamos para ir a comer, cuando vamos a ir al lavabo o a hacer otra cosa. Algunas familias han descubierto el valor de la música y las canciones para mantener ese “día a día” en el que la persona con Alzheimer se encuentra más cómoda.

En la medida de lo posible conviene que las personas que interactúan con el enfermo sean también las mismas. Por eso conviene que los familiares que se implican en el cuidado no dejen pasar mucho tiempo sin verle y hablar con él o ella.

  1. Limite la cantidad de sonido y movimiento

Casi todos los que conviven con enfermos de Alzheimer saben lo fácil que es que los ruidos o las multitudes confundan, abrumen e incluso inquieten a sus familiares. Sabiendo esto, podemos adecuar la vida de la persona de forma que, cuando salgamos a pasear (algo muy conveniente), además de seguir un recorrido homogéneo en el que paremos si puede ser en el mismo banco, intentemos acudir a parques en los que no haya mucha gente o gritos. Incluso podemos preferir tiendas pequeñas en las que no haya mucha gente.

Aunque nos parezca que lo mejor es que nuestro familiar vea a toda la familia en ocasiones especiales como la Navidad o una boda, quizás acabemos frustrados cuando se agobie por la presencia de tanta gente que no reconoce o encuentre molesta la presencia de niños pequeños.

La televisión puede tener un papel positivo en algunos momentos del día pero solo cuando estemos “efectivamente” viéndola. Para algunos enfermos puede resultar difícil distinguir entre lo que sucede en la sala y en la televisión, algo que puede resultar muy confuso, por lo que cuando no la estemos viendo es mejor tenerla apagada.

  1. Pensemos en que cosas “sí” pueden hacer

Aunque solamos caer en pensar en todas las cosas que antes podía hacer y ahora ya no, es posible que deba adoptar un enfoque diferente y centrarnos en lo poco o mucho que todavía puede hacer e incluso disfruta haciendo. El día a día suele “comerse” al cuidador por lo que vale la pena encontrar espacios y momentos en los que cuidar de una forma diferente, sencillamente recordando las cosas que gustaban a quien ahora no nos lo puede decir. ¿En qué era buena o bueno? ¿Con qué lo pasaba bien?

Hay muchas mujeres con Alzheimer para quienes la cocina y algunas labores domésticas han ocupado una parte importante de su vida. ¿Las recordamos cocinando o planchando como una mera obligación o como algo con lo que disfrutaba? Hay que hablarlo. Quizás no pueda preparar todo un plato pero se sienta bien haciendo alguna de las labores o preparativos. Quizás le cuesta hacer muchas cosas pero puede poner orden en un armario en el que guardamos toallas.

Algunas labores repetitivas que durante la juventud ocuparon parte de su vida pueden resultar ahora algo significativo que les haga pasar un buen rato.

Como la memoria a corto plazo se pierde con la enfermedad, es posible que pueda realizar varias veces seguidas una actividad que para el o ella resulta significativa: emparejar calcetines, separar piedrecitas de las lentejas o lijar un trozo de madera. En eso, alguien que sufre Alzheimer es igual que los demás, lo pasa bien ocupando el tiempo en algo con lo que disfruta.

  1. Hay que salir fuera y consumir energía

Es una continuación del consejo anterior, no olvidemos que algo que a muchos gusta es sencillamente caminar. Muchas familias limitan las salidas de la persona enferma por miedo a que se pierda o pase algo. Lo que hay que hacer es integrar el ejercicio y el salir al exterior en la rutina de la persona.

El sol es importantísimo en la salud de todos. No sólo porque ayuda a que podamos aprovechar algunas vitaminas sino también porque ayuda a situarnos en el momento del día en el que estamos y a poner en hora nuestro reloj interno.En algunas ciudades se están instalando jardines terapéuticos en los parques públicos para que personas con Alzheimer puedan pasar más tiempo en el exterior. Aprovechémoslo.

El hecho de salir al exterior y hacer ejercicio tiene también enormes virtudes que pueden repercutir en el bienestar del mayor. Quien se cansa durante el día duerme y come mejor además de hacer mejores digestiones. Además, cuando camina quien sufre Alzheimer también lo hacemos nosotros.

  1. Sea comprensivo con quien vive con el Alzheimer

Cuando se sufre Alzheimer resulta muy difícil mejorar las habilidades que se mantienen y aún más recordar instrucciones. Por lo tanto necesita hacer ajustes empezando por las expectativas que tiene sobre lo que puede o no hacer su ser querido.

Una actividad como poner la mesa, formada de varias pequeñas tareas puede ser un indicador de como avanza la enfermedad. Si dejamos que nuestro ser querido se encargue y lo haga cada día, conseguiremos que una actividad vinculada a un momento del día y a la alimentación, le ayude a tener puntos de referencia. A media que aparezcan los errores, es mejor no reprender ni llamar la atención sobre los mismos. Podemos reorganizar discretamente la mesa.

  1. Controle la toma de decisiones

Las personas con Alzheimer pueden ponerse nerviosas cuando tienen que decidir entre varias opciones. Por eso es bueno tomar el control de las elecciones cotidianas y presentarlas de una forma adecuada.

¿Qué blusa quieres ponerte hoy? Puede ser una pregunta generadora de angustia. Poner dos blusas encima de la cama y aprovechar el rato en que se viste para preguntar algo como “tenemos la blusa azul y la verde, a ver cuál te sienta mejor”, puede ser una opción mejor que, además nos permita, si vemos signos de confusión elegir nosotros una mientras le explicamos algo como “como se acera el verano y ha a hacer calor, mejor la verde que es más ligerita y te sienta mejor”.

  1. Esté listo para “Sundowning”

Esta palabra inglesa que significa “puesta de sol” se refiere a un empeoramiento de las alteraciones conductuales del enfermo al final de la tarde y principio de la noche. Es como si al llegar la noche los enfermos se volviesen más sensibles e irascibles.

Muchos han intentado dar una explicación a esta situación. Algunos lo han relacionado con alteraciones en los ciclos “noche-día” que sufren los enfermos de Alzheimer. Como si estuviesen en un continuo jet-lag; otros dicen que puede tener que ver con el cansancio acumulado durante el día tanto por parte del enfermo como del cuidador.

No existe una única forma de afrontar esta situación, aunque los siete consejos anteriores pueden servir para prevenir. Algunos expertos recomiendan escuchar al enfermo. En fases no muy avanzadas es posible que pueda decirnos qué le produce malestar o inquietud. Pueden ser miedos relacionados con algo que le ha pasado durante su vida y relaciona con la llegada de la noche como que algo puede pasar o alguien puede entrar en casa. Vale la pena no enfrentarse o descartar de plano e incorporar en la rutina un repaso de las puertas y ventanas para ver que están bien cerradas.

Aún haciendo eso vale la pena armarse de paciencia.

  1. Esté preparado para pedir ayuda

Cuidar a alguien que sufre Alzheimer requiere entender que estamos en un proceso en el que la persona enferma cada vez estará peor y requerirá más de nosotros. Además hay que asumir que la pérdida de la capacidad cognitiva comporta en muchas ocasiones que la afectividad se viva de forma diferente e incluso que nuestro ser querido se olvide de quiénes somos.

Esto unido al esfuerzo físico que requiere la atención puede llevarnos a necesitar ayuda. Hay que aceptarlo y no considerar que recibir atención domiciliaria, usar un centro de día o incluso el ingreso en una residencia es un fracaso o una traición a nuestro ser querido.

Un buen consejo es acudir a asociaciones de familiares de Alzheimer donde podemos recibir la primera ayuda que es el apoyo y consejo de alguien que ha vivido situaciones parecidas a la nuestra

Fuente:

www.inforesidencias.com

Las 10 reglas de oro del cuidador

Vivir las 24 horas del día y de la noche con un familiar afectado por la enfermedad de Alzheimer es una prueba para la que ninguna persona está preparada.

Estos diez consejos le servirán como reglas de oro para “capear» con éxito las situaciones que se le van a presentar.

Léalas detenidamente.

No intente aplicarlas todos a la vez. Elija el o los consejos que mejor le parecen adecuarse con la situación actual.

* Regla 1: mantener la calma

Es la primera de todas las reglas.

A menudo usted se sentirá irritado/a, desasosegado/a, nervioso/a, por la conducta de su familiar.

No se encolerice. Esto no sirve para nada pues su familiar no se comporta según las reglas habituales, familiares, sociales o de convivencia, las olvida.

Su conducta no responde ya a una lógica. No tiene la intención de ponerle a usted en una situación desagradable sino que reacciona respondiendo a un estado mental que no es como el suyo.

La dificultad viene porque en parte sigue siendo él mismo pero la enfermedad le vuelve diferente. Hay que aprender a distinguir la persona que conocía del enfermo en él que se ha convertido.

Por otra parte, si usted le presiona, reaccionará a su enfado, encolerizándose, gritando, agitándose…

Estas reacciones (que le pueden parecer verdaderos despropósitos) incrementarán su estrés y le harán la vida imposible. Trate, al máximo, de no desencadenarlas.

* Regla 2: dejarle el tiempo que necesita

Muy a menudo, se piensa que las pérdidas de memoria disminuyen si se somete al enfermo a una estimulación permanente.

De buena fe, el cuidador puede inducir una “hiperestimulación», es un error.

Si usted le pide a su familiar demasiado (si le hace muchas preguntas, si le encomienda actividades difíciles de realizar o muy continuadas) se encolerizará, gritará y romperá los objetos.

Es su forma de comunicarle que no puede controlar la situación.

Déjele respirar. Déjele tiempo para hacer tareas aunque tarde más de media hora. No encadene las actividades unas tras otras. Si le hace una pregunta, dele tiempo para comprenderla y para contestarla.

En general, es bueno estimularlo para realizar actividades de las que todavía es capaz, pero evite hacerle sentir en una situación de fracaso pidiéndole cosas que ya no puede hacer.

* Regla 3: dejarle vivir a su ritmo sin intervenir sistemáticamente en su manera de vivir

Hay que evitar dos actitudes muy frecuentes:

    1. La que consiste en impedirle realizar las actividades caseras porque las lleva a cabo mal o de una manera que a usted no le gusta, “No pone bien la mesa, equivocando los cubiertos y los platos; hace mal las camas, no coloca sus cosas donde debería». A menudo los enfermos permanecen inactivos y olvidan mucho más rápidamente los hábitos de la vida diaria porque la familia los aparta de la vida familiar. Esta exclusión genera un sentimiento de fracaso, lo que disminuye aún más su autoestima,
    2. La que consiste en dejarle hacer lo que quiere. Mientras su actividad no sea peligrosa para él o para los demás miembros de la familia, déjele libertad para continuarla, incluso si su actitud es extraña o no habitual. Si quiere acostarse con su sombrero, déjele. Si ella juega con una muñeca creyendo que se trata de su nieta, permítaselo. Por el contrario, manténgase firme impidiéndole actividades que pueden llegar a ser peligrosas. Niéguese a dejarle conducir el coche, a tocar la llave del gas, a jugar con objetos cortantes, a fumar en la cama… si considera que ya no está capacitado para ello.

* Regla 4: no discutir

Su familiar puede encontrar buenas razones para justificar sus olvidos.

Puede acusarle de haberle robado su monedero si ya no lo encuentra.

No discuta con él.

Su lógica ha dejado de ser la nuestra.

Asimismo, evite, en su presencia las discusiones con otros miembros de la familia y los comentarios negativos.

*Regla 5: no regañarle

Poco a poco se olvida de las convenciones que rigen las relaciones sociales.

Aparece una desinhibición que explica las conductas inapropiadas.

No sirve de nada regañarle o amenazarle, incluso con el dedo.

Mucho mejor felicitarle aún que no ha cumplido bien lo que estaba haciendo.

* Regla 6: no tomar a mal sus conductas ilógicas o incoherentes

Los trastornos del comportamiento que pueden manifestarse no son dirigidos contra usted, su familiar no lo hace a propósito para fastidiarle.

Es su manera de reaccionar ante una situación que ya no domina.

* Regla 7: organizar su vida de forma rutinaria

Usted sabe que su enfermo pierde poco a poco la memoria, lo que quiere decir que es incapaz de aprender nuevas formas de actuar.

Por ejemplo, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias costumbres a la hora de lavarnos, vestirnos, comer. Es nuestra rutina.

Hay que utilizar al máximo la rutina que su familiar elaboró en el transcurso de su vida, manteniéndola y evitando innovar: hacer siempre las mismas cosas, en el mismo orden, en el mismo sitio y a la misma hora.

Le facilitará la vida de su enfermo y la suya propia.

* Regla 8: preparase a tomar decisiones en su lugar

Su familiar tenía una responsabilidad total, o parcial, sobre las decisiones relacionadas con la vida familiar y, siempre, sobre las decisiones relativas a su propia vida.

Usted sabe que llegará un momento en el que su estado ya no le permita tomar estas decisiones.

Sobre usted y los demás miembros de la familia, recae ahora el peso de las decisiones.

Ya se dará usted cuenta de que las decisiones son múltiples y diferentes: algunas concernientes a la gestión económica del hogar, otras son relativas a la vida en común y a los hijos.

También existen decisiones “médicas» que afectan a la propia vida de su familiar: ¿hay que autorizar un ingreso hospitalario o una intervención? ¿Debe participar en algún ensayo terapéutico?

En cualquier caso hacer frente, solo, a una decisión difícil es angustioso. Si tiene usted familia, implíqueles en el proceso de toma de decisiones. Así, la familia podrá discutir, sopesar y compartir la responsabilidad.

* Regla 9: simular situaciones que puedan producirse

Siempre es difícil reaccionar con eficacia ante una situación imprevista.

La improvisación, sobre todo en un contexto estresante, es mala cosa.

Pongamos un ejemplo. Su familiar sale de compras por su barrio. Pasan tres horas y no vuelve a casa: Se ha perdido.

Usted se asusta. ¿Hay que ir a buscarlo? ¿Es mejor esperarlo?

¿A quién hay que avisar? ¿Llamo a los hospitales? ¿A la policía?

Si usted ha pensado en esta posibilidad, estará mejor preparado para afrontar la situación. ¿Está provisto de una pulsera, de una medalla o de una tarjeta de identificación en la que figuran su nombre, apellidos, dirección y el número de teléfono? ¿Ha hablado usted de su enfermedad con los vecinos para que puedan ayudarle a reconstruir el camino que ha seguido?

¿Tiene usted a mano el número de teléfono de la comisaría más cercana para denunciar su desaparición?

¿Tiene usted una foto reciente para ayudar a identificarle?

¿Es usted capaz de describir cómo iba vestido?

Pensar en las situaciones que pueden ocurrir y saber cómo actuar, disminuirá su angustia y, si la situación se produce, aumentará la eficacia de sus decisiones.

* Regla 10: cuidarse de uno mismo

No se le repetirá nunca lo suficiente.

Ha aceptado enfrentarse a una situación difícil, de corazón y con todo el amor que usted siente hacia su familiar.

Pero la más bella de las abnegaciones no le dará la fuerza física para resistir a los cuidados y a la atención que es preciso dispensar durante las 24 horas del día.

La persona que cuida a un familiar con Alzheimer en casa le dedica una media de 8 horas al día, cada día de la semana.

¿Cuánto tiempo resistiría usted si no se concediera plazos para descansar, para dormir o, simplemente para tener un respiro? ¿Cómo se encontrará de humor? ¿Cuáles serán sus reacciones cuando el enfermo cometa algún error? ¿Cuál será la calidad de los cuidados que le dará?

Recuerde que en la mitad de los casos, el ingreso del enfermo en una residencia se debe al agotamiento de su cuidador.

Trece años en el camino del Alzheimer: «Entre la luz y los matices del olvido»

En ocasión de realizarse el pasado 13 de noviembre de 2019 el Conversatorio de Salud Total Nueva Esparta en el Auditórium de la Universidad Corporativa de SIGO, con la participación de reconocidos y destacados profesionales de la salud, así como de la Presidenta Honoraria de la Fundación Alzheimer Capítulo Nueva Esparta, Sra. Joyce Selga, tuve el honor de ser invitada muy gentilmente por el Licenciado Ronald Piñerúa a participar donde se me dió la gran oportunidad de presentar una ponencia sobre mi experiencia como paciente de la Fundación Alzheimer de Venezuela y de nuestro Capítulo; que hoy he querido compartir desde esta ventana con todos ustedes esperando sea de utilidad para cualquier persona que lo necesite.

Trece años en el camino del Alzheimer: «Entre la luz y los matices del olvido»

En esta travesía por los caminos del olvido y el recuerdo, temores, incertidumbre, y todo lo que ha representado en mi vida y la de mi familia este atisbo del Alzheimer que un buen día se asomó y dió un giro a mi diario vivir sembrando nuestras almas de inquietud, quiero contar un poco mi experiencia, esperando sea de utilidad para algún angustiado corazón. Soy Margot Arévalo y tengo 71 años.

En primer lugar es absolutamente cierto que si se busca ayuda médica y psicológica a tiempo se puede hacer mucho para afrontar la realidad, si bien sabemos que aún no hay cura para la demencia tipo Alzheimer si se puede llevar una mejor calidad de vida siendo medicado y atendido en los primeros indicios de que algo anda mal en la memoria.

Yo soy testimonio de ello, desde las primeras consultas con la Geriatra, Neurólogo, Psicólogo y Psiquiatra y la primera resonancia magnética han transcurrido trece años y he cumplido con el tratamiento indicado desde el primer momento, con los consejos médicos y he andado este camino acompañada de mis hijos y demás afectos familiares, han sido años avanzando con ensayos y errores siempre estuve de la mano de mi compañero de vida y cuidador quien me transmitió toda su fuerza y entereza, comprensión y su gran amor, durante ese tiempo aprendí de su valentía, a hacer frente a las adversidades y a mantener la calma, aun en los momentos más duros.

Dolorosamente él enfermó gravemente, atravesamos por una quimioterapia que ocasionó un cáncer de riñón y luego un ACV, sin pensarlo asumí su cuidado y asistencia en el hospital junto con una amiga que me acompañaba y luego en casa, al principio no sabía cómo lo estaba logrando pero día a día y noche a noche fui haciendo lo que había que hacer, luego entendí que el amor es la fuerza que me hizo centrarme en su necesidad, dedicar todo mi tiempo a sostenerlo en su proceso sin dejar de cuidarme.

Dios tiene el control de nuestras vida y puso todas las cosas en su lugar, mi cerebro comenzó a organizarse, llevando todos sus medicamentos y requerimientos anotados, visitas médicas, tareas domésticas que incluían compra y elaboración de alimentos, higiene personal, dedicándole todo el tiempo posible, cumpliendo con mis horas de sueño para estar bien al día siguiente, todo esto en un lapso de dos años y ocho meses viendo a diario sus altas y bajas, como su vida fué apagándose poquito a poco hasta su fallecimiento, estuve allí hasta el último minuto de vida, llena de amor y gratitud; en paralelo una de mis hermanas que estaba muy enferma y de quien también estuve pendiente siempre, se agravó y murió una semana antes en Caracas y pude gracias a Dios estar presente en su velatorio, acompañar y fortalecer a la familia y regresarme el mismo día del sepelio, porque mi Ernesto estaba muy grave, a los ocho días emprendió su vuelo a la eternidad.

Toda esta realidad me produjo un sinfín de emociones, afrontando un doble duelo con profundo dolor, tristeza y soledad pero enorme satisfacción de haber llenado sus días de amor y entrega lo que me dio una gran paz espiritual.

Han transcurrido casi seis años y desde entonces me fuí convirtiendo en mi propio cuidador, estableciendo un orden diario en mis quehaceres en casa, ha sido una lucha con la soledad por decisión, es un retiro a consciencia, porque los temores se agudizan y me siento más segura en casa, trato de proveerme de lo necesario para no tener que salir sino a lo que estrictamente requiero.

No ha sido nada fácil, un día a la vez con aciertos y tropiezos pero con el deseo grande de seguir adelante sacando el mejor provecho a la oportunidad que Dios me brinda en cada nuevo amanecer, con el buen juicio de donde estoy y hacia dónde voy.

Estoy comunicada con mi familia y algunas personas por teléfono, Facebook, Telegram y una vez a la semana me reúno con un grupo de amigas durante dos horas para compartir vivencias, escucho radio, poca televisión y trabajo en mi computadora, y estas son mis prioridades, atención temprana, medicación, música, amor, poesía y además doce años ininterrumpidos jugando Scrabble on line todos los días como ejercicio de memoria y concentración. Asisto los domingos a un grupo de meditación al que pertenezco, hago bicicleta fija y he seguido escribiendo porque me gusta mucho y para mantener ocupado cuerpo, mente y alimentar el alma.

Hace 7 años bauticé mi primer Libro de Relatos y sigo trabajando para seguir por esa senda. He logrado hacer mis pagos de servicios a través de la banca electrónica sin ayuda, lo que es un gran logro, porque hasta hace cuatro años necesitaba asistencia.

Igualmente durante este tiempo también he tenido cambios en mi alimentación eliminando grasas, azúcares, harinas que contienen gluten, que es la proteína presente en el trigo y otros cereales y tiene según un papel crucial en la inflamación cerebral, ansiedad y depresión, así como en la función intestinal, que todo puede influir en el desarrollo del Alzheimer y otras enfermedades; también he incrementando el consumo de aceite de coco crudo sobre los alimentos ya cocidos, hasta donde me es posible.

Sigo organizando y tomo mis medicinas, que llevo anotadas, tratando de hacerlo en el orden y a las horas que corresponden, cosa que no siempre logro, los olvidos no han desaparecido del todo pero si se han espaciado bastante, algunas veces se asoman aunque trato de poner en una balanza lo positivo. Tomando las debidas precauciones he viajado seis veces sola en avión a ver a mis hijos y mis nietas, en vuelos nacionales e internacionales.

Trato de hacer las tareas de mi hogar con cierto orden y me celebro cuando he cumplido con todo lo que tenía que hacer, comer a la hora, bañarme, arreglar la casa, mantener la limpieza, recordar asuntos pendientes, tomar las medicinas, y cualquier actividad que tenga que hacer, salir a comprar, tejer, pintar, leer y escribir; una cosa a la vez y por encima de todo lograr estar tranquila, lo más relajada posible y con la capacidad de canalizar las oleadas de tristeza que se aparecen, la situación de escasez en el país, los asuntos de familia y los propios que debo manejar cada día.

En estos tres años recientes esto no ha sido posible del todo, por las preocupaciones diarias de un país convulsionado, por la incertidumbre de no saber cómo conseguiremos los alimentos, medicinas y la paz que todos anhelamos.

He seguido tratamiento también con una doctora de Medicina Ortomolecular y este año tuve entrevista y terapias de Medicina Quántica con el Dr. Manel Ballester también en Barcelona, España y ellos son de la opinión que ya no tendría que seguir con el tratamiento tradicional porque consideran que ya no lo necesito, hace tres años dejé de tomar Memantina porque no la conseguía y en cuanto a los Parches de Rivastgmina en este mismo momento los estoy usando dos veces por semana solamente para ir terminando la cantidad que aún tengo y paulatinamente los dejaré de usar.

Esto fué consultado previamente con la Dra. Pérez Benítez también de Barcelona que ha hecho seguimiento a mi caso y con mi médico tratante de la Isla de Margarita, el Dr. Bernard Reinfeld, estando todos de acuerdo en suspender el tratamiento; aunque continúo con antidepresivo por temporadas y algunas veces he usado algún relajante para dormir cuando es necesario, porque sabemos que el insomnio y la tristeza son grandes enemigos. Igualmente me fue suspendido el medicamento para la Tensión, porque se dé un momento a otro se estabilizó, mi Cardiólogo y amiga la Dra. Emérita Pimentel lo indicó y coincidió con lo sugerido por los otros médicos en España y me pregunto si todos los cambios de alimentación tienen que ver con todo esto? Y por supuesto cada célula es inteligente y de acuerdo a lo que comemos así lo procesan, comendo sano lo mejor que podamos, veremos buenos resultados.

No sé si el siguiente paso sería nuevas pruebas, una Resonancia magnética, otra entrevista con el Dr. Reinfeld, porque sé que me inquieta un poco todo esto, me contenta, pero también me asusta.

De igual manera estoy en una constante observación personal, evaluando mis reacciones y el desenvolvimiento diario, esto también lo he pedido a mis hijos y a mis amigas más cercanas, así como la vigilancia de la alimentación, lo que no me es muy fácil por lo que ya todos conocemos de la difícil situación por la que atravesamos en Venezuela.

Asimismo estoy en contacto con los médicos que me asisten manteniéndolos al tanto de todo por correo electrónico y recibiendo sus sugerencias, recomendaciones y de la mano de Dios en este nuevo camino que se abre ante mí con mucha dedicación, valentía y Fé.

Sigo teniendo una consulta gratuita con el médico a cargo de mi caso que me exoneró del pago desde el comienzo de este proceso, ya que suelo necesitar orientación para la toma de decisiones y manejar los estados de ánimo, hago todo lo que esté a mi alcance para mantener mi cerebro en el aquí y el ahora, primeramente agradezco a Dios que me ilumina, cuida , me bendice y pone en mis manos todo aquello que requiero para estar activa y a las personas idóneas que de una u otra forma han podido colaborar conmigo para el mejor desenvolvimiento en ese duro sendero por transitar.

El pasado 21 de septiembre conmemoramos una vez más el Día Mundial del Alzheimer, ocasión siempre oportuna para hacer un llamado a las autoridades locales, nacionales y mundiales para hacer de la enfermedad de Alzheimer una Política de Estado, proveer a los pacientes y cuidadores de atención, ayuda, medicamentos y crear en la población un despertar de conciencia sobre esta enfermedad.

Siento en mi corazón que ha sido un gran aprendizaje de toda esta historia en la que estoy inmersa, he sido Ponente en tres Congresos y un Simposio y ha sido maravilloso tener hoy esta nueva oportunidad para transmitir a otros lo que hemos vivido y de qué manera, desde mi punto de vista como paciente. Fuí incluida en el Libro Los Rostros del Alzheimer, gracias a la Dra. Mira Josic de Hernández y en la Revista A.L.M.A. de Argentina.

Hay mucho camino por recorrer, agradezco la asistencia Divina y a todos los que de una u otra forma han estado allí para mí, tengo mucha Fé en que llegaré a la ancianidad, pisando esta bendecida tierra que me vió nacer con total claridad y plenas facultades mentales y con la oportunidad de ofrecer humildemente todo lo que pueda ser útil en esta materia a cualquier ser humano que lo necesite.

Infinitas gracias al Licenciado Ronald Piñerúa, a la Señora Joyce Selga, a todos los organizadores de este evento y a todos ustedes por escucharme.

«Desde la bruma que mece el olvido, y el andar a tientas de cada persona aquejada, desde los corazones afligidos con la impotencia a flor de piel, se viaja en masa por el mundo en interminables horas de dolor ante la triste realidad que se llama Alzheimer».

Abrazos y Bendiciones de luz, muchas gracias.
Margot Arévalo.
Isla Margarita, Venezuela
Noviembre 13, 2019.

Seguridad para adultos mayores después del sismo, ¡Cuídalos!

Seguridad para adultos mayores después del sismo, ¡cuídalos!.

A todos nos han enseñado en simulacros cómo evacuar zonas de peligro en medio de un sismo, pero pocos sabemos cómo reaccionar al momento de ayudar a una persona de la tercera edad, ya sea familiar o vecino

Lo MÁS importante en un plan de evacuación, es designar responsables para apoyar a personas vulnerables, es decir, personas de la tercera edad, niños, enfermos, mujeres embarazadas, discapacitados o personas con problemas nerviosos.

Una vez pasado el peligro, de ser posible, los adultos mayores deberán quedarse junto a un miembro de su familia, compañero o enfermero.

Números de emergencia en El Salvador

Si necesitas ayuda para atender a un adulto mayor, comunícate a los servicios de emergencia en El Salvador, los teléfonos son:

Pasos a seguir para proteger a un adulto mayor

Lo más importante es verificar el estado de salud de la persona, contactar con su médico o servicio de salud.

– Identifica signos de angustia psicológica (agitación, apatía, enojo, ansiedad, confusión, pérdida de memoria, sentimiento de pérdida de noción de tiempo, aislamiento, etc).

– Intenta transmitir una sensación de seguridad y calma, apóyalo y platica.

– Resuelve sus dudas y brinda consuelo de ser necesario.

– Procura acompañarlo en una zona segura y si es necesario que no regrese a casa, busca un albergue cercano.

– Es bueno confirmar si toma medicamentos y comprobar si tiene sus próximas dosis a la mano.

– En casa, se pueden instalar barandales o puntos de apoyo, pues la sensación de mareo puede seguir un par de días más.

– Además, puedes instalar barras bien afianzadas para que se sostengan en las duchas y tinas, de ser necesario en un lugar para sentarse.

– Coloca tapetes antideslizantes en las regaderas, tinas y lugares de salida.

– Pon cojines adicionales en el asiento de sofás o sillas, que les permita sentarse y pararse con menor esfuerzo.

Fuente: salud180.com

Mi padre se ha vuelto agresivo… ¿Y ahora que puedo hacer?

Mi padre se ha vuelto agresivo… ¿Y ahora qué puedo hacer?

Conductas agresivas y cómo afrontarlas
Una de las inquietudes más frecuentes que comentáis las personas cuidadoras es la que se refiere a los comportamientos agresivos de los familiares que estáis cuidando y la mejor forma de responder ante este tipo de situaciones.

“Mi padre se ha puesto a gritar… Me quiere pegar cuando me acerco a él, me aparta cuanto quiero abrazarlo…”, son frases comunes que escuchamos de los cuidadores y que terminan provocando sentimientos de frustración y tristeza.

Lo primero que debemos saber es que los comportamientos de agresividad en personas que padecen algún grado de demencia como el Alzheimer pueden aparecer de un momento a otro y que hasta el momento no se ha podido determinar las causas reales por la que aparecen estas conductas o cuáles son los factores detonantes relacionados con ellas.

Afortunadamente no son comportamientos frecuentes ni tampoco se observan en todas las personas. Es decir, por lo que pase al padre de una amiga no tiene por qué ocurrirle a tu familiar.

Es importante que las personas cuidadoras entendáis que en la mayoría de los casos son respuestas afectivas irracionales ya que no se corresponden con ningún estímulo real desencadenante ni tampoco están vinculados con el tipo de relación establecido entre cuidador/a y la persona cuidada.

Las conductas agresivas pueden aparecer en cualquier momento, sin embargo, suelen estar relacionadas con situaciones de la vida diaria que quizás ellos ya no comprendan o no les apetezca hacer en ese momento: por ejemplo, cuando le pedimos a la persona que haga algo como ducharse, vestirse o comer, cuando le reprochamos por hacer algo inadecuado o le impedimos hacer algo que por lo general no debe hacer como salir solo de casa. También pueden aparecer conductas agresivas al desorientarse en una situación específica como no reconocerse en el espejo y pensar que están viendo a otra persona extraña que ha entrado en casa para hacerles daño.

Esto ocurre porque ya no entienden correctamente lo que ocurre a su alrededor y todo se vuelve una amenaza para ellos. ¿Tú cómo responderías ante algo que te puede parecer amenazante? Imagina cómo se pueden sentir…

¿Es posible evitar este tipo de comportamientos? Se puede decir que es difícil evitar las conductas de agresividad, pero sí podemos actuar de diferentes maneras para que no se agrave la situación o se mantenga en el tiempo.

Aquí os señalamos algunas recomendaciones básicas ante conductas agresivas:

– Dejar las cosas para otro momento: a veces tenemos que alejarnos de la rutina cuando nuestro familiar se muestra irritable, nervioso o agresivo. Es mejor posponer unas horas la ducha o no insistir en que coma inmediatamente para no agravar la situación. Al tener pérdida de claridad mental hay ocasiones en que no podremos razonar con ellos y por tanto es mejor esperar a que se tranquilice para volver a intentar terminar la actividad.

– Evitar discutir: como hemos dicho antes, razonar con una persona que tiene deficiencias en su capacidad mental no es aconsejable ni beneficioso para ninguna de las dos partes. En muchas ocasiones será más útil asumir una actitud pasiva e incluso sumisa para no aumentar el estado de nerviosismo de la persona. Hay que recordar que la agresividad es un síntoma más de su enfermedad que de la forma de ser de la persona que acompañamos y queremos.

– Desviar la atención: si lo que queremos es que la persona deje de estar agresiva ante una situación específica, un camino para conseguirlo es desviar su atención y distraerla con otras cosas. No se trata de engañar a la persona sino de llevarla a un terreno donde se pueda tranquilizar haciendo cosas que le gustan o que le relajan, por ejemplo, haciendo que escuche su música preferida. Conservar la calma, hablarle con un tono de voz bajo y tener un suave contacto físico también puede ayudar.

– Mantener el tiempo de descanso: normalmente si la persona a la que cuidamos no descansa lo suficiente se tornará irritable e incluso confundida y adoptará un comportamiento agresivo que derivará en una situación conflictiva. Es común que haya más irritabilidad por las tardes o al estar terminando el día, ya que estará más cansada de lo normal. Por eso es recomendable, siempre que sea posible, que la persona duerma una siesta después de comer para que después se sienta más activa y receptiva a realizar cualquier otra actividad.

– Apoyo profesional: es importante reconocer nuestras limitaciones en el caso que la persona adopte conductas altamente agresivas. Debemos recordar que nuestro deber es proteger a la persona que cuidamos y a nosotros mismos. Si nos vemos desbordados por la situación debemos pedir ayuda y recurrir al personal sanitario. El médico especialista puede recomendar el uso de medicamentos para regular el estado de ánimo y evitar en la medida de lo posible ataques de agresividad que puedan poner en peligro el bienestar del cuidador y la persona a quien se cuida. También se puede pedir ayuda urgente a domicilio que te apoye o incluso que te proteja.

Pero lo más importante para tu propio cuidado es que recuerdes que la agresividad u otro tipo de conductas desagradables no van dirigidas a ti en concreto, no te lo tomes como algo personal. Como decíamos antes, la enfermedad hace que no comprendan la realidad y distorsionen lo que ocurre a su alrededor. Por ello disfruta de los momentos sosegados con tu familiar, recuerda el amor que existe entre vosotros y que está por encima de cualquier situación, y recuerda pedir ayuda cuando lo necesites.

Fuente: paracuidadores.com

Cómo responder cuando alguien con demencia quiere a su mamá o papá

Cómo responder cuando alguien con demencia quiere a su mamá o papá.

Comprende por qué el Alzheimer hace que la persona llame a un padre.

¿Alguna vez has escuchado a alguien con demencia gritar: «¿Madre? Madre, ¿dónde estás?» O «Papá, ven aquí!» A veces, este deseo por su madre o su padre puede simplemente expresarse como: «Quiero a mi madre. ¡Ayúdame!» Quizás esto describe a su ser querido, y no está seguro de la mejor manera de responder. A veces, los cuidadores familiares se sienten tristes o incluso frustrados cuando esto sucede, y estas reacciones son normales, especialmente cuando el padre deseado puede haber fallecido hace muchos años. Puede ser útil armarse de paciencia para comprender por qué sucede esto y tener un par de respuestas preparadas para tratar de ayudar a su ser querido.

Comprender por qué está llamando a su madre

Deterioro Cognitivo

Uno de los síntomas de la demencia es la desorientación hacia el tiempo, el lugar o la persona. Combine eso con la pérdida de memoria y el potencial de confusión se dispara. Esta confusión puede evitar que su ser querido recuerde que es mayor y que su madre y su padre ya fallecieron hace 20 años. No puede hacer los cálculos si le pidieras que piense en su edad de 90 años y luego calcule la edad que tendría su madre ahora si todavía estuviera viva.

Estos procesos de pensamiento lógico se ven afectados por la demencia, por lo que no será útil pedirle que piense secuencialmente o que recuerde que sus padres ya han muerto. Además, la pérdida de memoria en la demencia a menudo es tal que los recuerdos actuales se desvanecen primero. A medida que avanza la demencia, ese desvanecimiento continúa borrando los años de manera inversa, de modo que es el momento más joven de su vida lo que queda en su memoria.

Seguridad

A menudo, la persona que vive con demencia llama a su mamá o papá porque está buscando la presencia de un padre para que le brinde seguridad y tranquilidad en un entorno desconocido. Puede sentirse preocupada y ansiosa, lo que en realidad sería una reacción normal para nosotros si todos los que nos rodean no están familiarizados, y no estamos seguros de dónde estamos.

Piensa en el niño pequeño que se pasea por la tienda. De repente, mira a su alrededor y comienza a llorar porque está perdido y no sabe dónde está su madre. Si bien no queremos tratar a un adulto mayor como a un niño, puede ser útil recordarnos que este sentimiento perdido es similar a lo que están experimentando.

Cómo responder de una manera útil
¿Cuál es una buena manera de responder cuando un ser querido pregunta por su mamá o papá? ¿Qué puede decir para tranquilizar y consolar a la persona? Prueba estos tres enfoques.

1) Validación

Valide los sentimientos de la persona pasando tiempo con ella, haciendo preguntas y tranquilizándola. Puedes probar algo como esto: «Hola, ¿estás buscando a alguien? Te escuché pidiendo ayuda. ¿Puedo ayudarte con algo?»

Si ella pregunta dónde está su madre, puede decir con sinceridad: «No estoy segura. No la he visto últimamente». Si ella sigue preguntando por su madre, puede intentar estas preguntas: «¿Cómo se veía su madre? ¿Era una buena cocinera? ¿Cuál era su mejor comida? ¿Podría cantar bien? ¿Tenía un trabajo fuera de casa? ¿De qué color era su cabello? ¿Qué te enseñó? ¿Qué amabas de ella? »

A veces, cuando usa la validación, la persona puede sentirse consolada simplemente hablando de su madre o padre que echa de menos. Esos recuerdos pueden ser suficientes para calmar y tranquilizar a la persona. En otras ocasiones, la validación puede incluso ayudar a una persona a llegar al punto de la conversación donde dice: «Sabes, realmente extraño a mi madre. Murió hace varios años».

2) Distracción

Intente satisfacer la necesidad de su ser querido tranquilizándole de una manera diferente. Ayúdala a concentrarse en algo diferente y agradable. Pruebe esto: «Mamá, ¿podemos salir a caminar juntos? Realmente necesito estirar las piernas y estoy seguro de que tú también. Vamos a tomar un poco de aire fresco. Siempre me siento mejor después de respirar profundamente afuera, no ¿Puedo conseguirte una galleta para disfrutar también afuera? Mamá, estoy muy agradecida de poder pasar tiempo contigo «.

A veces, la musicoterapia es una herramienta poderosa para distraer y consolar. Puedes intentar encender sus canciones favoritas y cantarlas con ella. La familiaridad de una vieja canción puede ayudar a proporcionar esa comodidad que está buscando.

3) Orientación a la realidad

Ocasionalmente, se desarrolla una situación en la que es mejor ser más directo y honesto, incluso cuando puede doler. Por ejemplo, si su ser querido está preocupado por su madre o padre y cree que está enfermo o en peligro, podría ser útil, si persisten en sus preocupaciones, decirle que la persona ya falleció para que ya no están ansiosos por ellos.

En general, este enfoque no se recomienda porque potencialmente puede hacer que la persona comience nuevamente el proceso de duelo por la pérdida del padre. Sin embargo, ha habido momentos en que realmente proporcionó alivio a la persona con demencia porque podían dejar de lado sus ansiedades.

Un consejo:
Puede ser útil tener algunos enfoques listos si su ser querido que vive con demencia a menudo pregunta por su madre o padre. Recuerde esforzarse por satisfacer la necesidad subyacente de comodidad, seguridad y familiaridad, en lugar de solo reaccionar a los procesos de pensamiento ilógicos, puede ser útil para ambos.

Fuente: verywellhealth.com

Sí alguien está muriendo, hay que visitarle

Si alguien está muriendo, hay que visitarle.

Muchos evitan a las personas con un diagnóstico de enfermedad terminal o que están cercanos a la muerte. A diferencia de cuando alguien nace y todos se animan contentos para ir a acompañar ese momento y conocer al recién nacido, la muerte causa resistencia, impotencia y rechazo.

Uno de los 4 dolores identificados en la personas que mueren es el dolor social, que no es otro que el quedar aislado, excluido y sin posibilidad de ver y despedirse de las personas significativas.

Incluso muchas veces sentir que de alguna manera ya se les ha perdido. Algunos de los argumentos de personas que no se animar a visitar a un ser querido moribundo son:

NO SABER QUE DECIR O HACER:
Es necesario interiorizar que en esas circunstancias las personas necesitan la presencia especialmente de l familia y amigos. Muchas veces no es necesario decir o hacer nada. La gran tarea es poder estar con presencia y sin pretensión, con toda humanidad y vulnerabilidad dispuestas a acoger lo que surja en el momento.

Algunas frases como:

“Ya estarás mejor.”

“Sé fuerte.”

“Tus hijos te necesitan.”

No necesariamente son empaticas con el momento que la persona está atravesando.

Quizás sean más empáticas y pertinentes frases como:

“Estoy aquí”

“Me siento honrado de poderte acompañar también en este momento.”

¿Qué necesitas?

Será entonces una acción importante el saber escuchar sin obligación alguna de dar soluciones o brillantes consejos, sino sólo escuchar, y acaso poder entender un poco mejor qué esta necesitando la persona a la que se esta acompañando.

QUERER RECORDARLOS COMO ERAN ANTES: “Prefiero recordarlo sano” es una razón por la que muchas personas no visitan a alguien que producto de la enfermedad que atraviesa ha visto su apariencia física muy deteriorada. Es cierto; es duro ver a las personas en una etapa diferente y donde la vitalidad parece diluirse. Sin embargo, la aceptación de ese momento y de la realidad de lo que está pasando, podrá construir la posibilidad de que esa persona se despida y sienta la tranquilidad de ver que sus seres queridos están adoloridos por lo que está pasando, y a pesar de ello están pudiendo transitar ese dolor de manera sana y sin sufrimiento.

Al eludir este momento, este encuentro incómodo, nos privamos y privamos a la persona que está muriendo de estar cerca de las personas que le dan fortaleza, amor, comprensión y que fueron parte importante de su vida. Si se estuvo presente en los momentos vitales importantes, cómo no estarlo entonces en uno de los momentos vitales con mayor cantidad de incertidumbre y retos que les toca atravesar?

NO SABER CÓMO DESPEDIRSE:
Es frecuente ver que sólo cuando llega un proceso de agonía evidente y la gravedad de la condición a veces ni siquiera le permite a la persona estar del todo conciente, inician las despedidas. Para la persona que está muriendo es muy importante el sentir que puede despedirse y que la persona de la que se está despidiendo también entiende, válida y valora ese momento. ¿Por qué despedirse? Porque es tan importante como conocerse, porque es emocionalmente liberador y permite transitar la muerte con una sensación de menor peso, y porque una sana despedida permitirá en definitiva un proceso de duelo sano para los seres queridos.

Entonces, ¿cómo despedirse?

Sin expectativas, con el corazón abierto, agradeciendo, nombrando lo que se sienta que debe ser nombrado, escuchando lo que el otro tiene que decir. Y a veces solo abrazándose con gratitud porque aún se esta vivos, y se puede
hacerlo, confiando que ese abrazo, esas lágrimas y sonrisas permanecerán para siempre en cada uno.

Fuente: Déjame ayudarte en tu duelo

Alzheimer y depresión

Alzheimer y depresión.

¿Qué es la depresión?
Cuando los médicos hablan de depresión, hacen alusión a la enfermedad médica llamada depresión grave. Alguien que padece depresión grave tiene síntomas casi todos los días, todo el día, durante dos semanas o más. Estos síntomas pueden incluir:

– sentirse triste o de mal humor;
– llorar fácilmente o sin ninguna razón;
– sensación de lentitud;
– sentirse inquieto e irritable;
– sentirse inútil o culpable;
– tener problemas para recordar, enfocar, o tomar decisiones;
– tener dolores de cabeza, dolores de espalda o problemas digestivos;
– pérdida o ganancia de peso inesperada;
– dormir demasiado o tener problemas para dormir;
– sensación de cansancio permanente;
– perder interés o placer en cosas que solía disfrutar, incluido el sexo;
– pensar en la muerte o el suicidio.

Hay una forma leve de depresión que causa síntomas menos graves. Ambas tienen las mismas causas y tratamiento. Una persona mayor que sufre de depresión puede sentirse confundida o tener problemas para entender peticiones sencillas.

¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer es el tipo más común de demencia. La demencia es un grupo de síntomas que pueden ser causados por el daño cerebral. La enfermedad de
Alzheimer hace que sea difícil para la gente recordar, aprender y comunicarse. Estos cambios con el tiempo hacen que sea difícil para las personas cuidar de sí mismos. También pueden causar cambios en el estado de ánimo y la personalidad.

La depresión es muy común entre las personas que tienen la enfermedad de Alzheimer. En muchos casos, se deprimen cuando se dan cuenta de que su memoria y su capacidad de funcionar están empeorando. En conjunto, la depresión y la enfermedad de Alzheimer pueden causar otros síntomas. Puede que ya no quiera ir a lugares o ver a otras personas. Su perspectiva y calidad de vida pueden sufrir.

Camino hacia una mejor salud
Puede ser difícil para usted saber si su familiar está deprimido. Puede observar algunos de los síntomas típicos de la depresión. Su ser querido puede estar enojado y agitado, o perdido y confundido. Puede rechazar la ayuda con el cuidado personal, como vestirse o tomar medicamentos.

La enfermedad de Alzheimer y la depresión tienen muchos síntomas que son similares. Puede ser difícil distinguir la diferencia entre ellos. Si cree que la depresión es un problema de su ser querido que tiene la enfermedad de Alzheimer, hable con su médico.

Aspectos a tener en cuenta
Hay muchas cosas que puede hacer para ayudar a alguien que tiene enfermedad de Alzheimer y depresión.

Crear un ambiente agradable. Incluya a personas y cosas con las que están familiarizados. Esto puede iluminar su espíritu y ayudar a calmar cualquier temor o ansiedad.

Establecer expectativas realistas de lo que pueden hacer. Ayúdelos con las tareas que no pueden hacer solos. No espere demasiado a que se sientan frustrados o molestos.

Dejar que lo ayuden con tareas simples y agradables. Podría ser preparar comidas, jardinería o hacer manualidades.

Evitar los ruidos fuertes, lugares con mucha gente o la sobreestimulación. Esto puede hacer que se retrotraigan o se comporten mal.

Ser positivo. Los elogios frecuentes los ayudarán a ellos, y a usted, a sentirse mejor.

Como cuidador de una persona que tiene la enfermedad de Alzheimer, también debe cuidarse a usted mismo.

Si está demasiado cansado y frustrado, podrá ayudar menos. Pida ayuda a familiares, amigos y organizaciones de la comunidad local.

El cuidado de relevo puede estar disponible en el grupo de personas de la tercera edad local o en una agencia de servicios sociales. Se trata de atención a corto plazo que se da a un paciente que tiene la enfermedad de Alzheimer con el fin de proporcionar un alivio para el cuidador. Busque o pregunte al médico sobre grupos de apoyo para cuidadores.

Otras personas que se ocupan de los mismos problemas pueden tener buenas ideas sobre cómo hacerles frente. Los centros de cuidado diurno para adultos pueden ser útiles. Pueden ofrecerle a su familiar un ambiente consistente y una oportunidad para socializar. La mayoría de las instalaciones para personas mayores tienen programas específicos para personas que tienen la enfermedad de Alzheimer.

Cuándo ver al médico
Póngase en contacto con su médico si reconoce los síntomas de la enfermedad de Alzheimer y/o depresión en usted mismo o en un ser querido. Lo ayudará a usted y a su familia con las opciones de tratamiento. La Academia Estadounidense de Médicos de Familia (AAFP, por sus siglas en inglés) recomienda que los adultos se hagan una prueba para detectar la depresión.

El médico puede recetarle medicamentos para tratar algunos de los síntomas. Los medicamentos antidepresivos pueden ser útiles. Estos medicamentos ayudan a mejorar los síntomas emocionales y mentales. También pueden ayudar con problemas de alimentación y/o para dormir. Los medicamentos antidepresivos no crean hábito.

Preguntas para hacerle a su médico

¿Son la depresión y la enfermedad de Alzheimer hereditarias? ¿Estoy en riesgo?
¿Qué tipos de medicamentos tratan la depresión y la enfermedad de Alzheimer? ¿Tienen algún efecto secundario?
¿Desaparecerá la depresión?
¿Hay cambios de estilo de vida que ayudan a mejorar los síntomas?
¿Me puede recomendar un grupo de apoyo para personas que tienen estas afecciones y para sus cuidadores?

Fuente: es.familydoctor.org

El papel de los niños en el cuidado de la enfermedad de Alzheimer

El papel de los niños en el cuidado de la enfermedad de Alzheimer.

La edad de un cuidador puede variar de un niño de 12 años a alguien de noventa años. Muchas familias dan la bienvenida a los padres y abuelos con Alzheimer en su hogar para cuidarlos y mantenerlos a salvo.

Sin embargo, habrá ocasiones en que un padre deba pedirle a su hijo o hija adolescente que vigile al abuelo con problemas de memoria mientras el padre está haciendo recados o simplemente saliendo por la noche. Si tiene un adolescente responsable, salga como pareja e intente mantener el romance en su relación. El estrés del cuidado es notorio por destrozar a las familias.

Explique a todos sus hijos exactamente qué está pasando con sus abuelos.

Los niños están muy interesados en lo que sucede a su alrededor. Retener información en un intento de protegerlos de la confusión o el dolor finalmente empeorará la situación. Asegúreles que esta enfermedad no es contagiosa. Exprese que habrá muchos comportamientos y cambios desconocidos por parte de los abuelos y que no deben alarmarse.

Los niños tienden a ser flexibles y generalmente se recuperan rápidamente de las fuertes emociones que los rodearán constantemente mientras viven con un paciente con Alzheimer.

Prepárelos con anticipación para que los abuelos con Alzheimer eventualmente olviden sus nombres e incluso quiénes son. Lo más probable es que les griten por hacer demasiado ruido o correr por la casa. Mi padre no reconoció absolutamente a ninguno de sus nietos o bisnietos durante los últimos años de su vida.

Una vez más, señale que el paciente no tiene la culpa de su comportamiento extraño, es un resultado directo del avance de la enfermedad.

Hay algunos niños que se relacionan bien con pacientes con problemas de memoria y desarrollan una relación especial con ellos. Es posible que desee solicitar su ayuda con tareas simples de cuidado para ayudar a cuidar a sus abuelos.

De lo que debería preocuparse es de esas pocas veces en que los niños pueden ser malos. Las burlas o ridiculizar al paciente causarán una montaña de confusión. Es triste decirlo, pero podría haber ocasiones en que los pacientes necesiten ser protegidos de sus propios nietos.

Si este es el caso, tenga otro sincero con ellos. Los jóvenes pueden estar actuando por sentirse engañados de que un padre pasa tiempo de calidad con el paciente en lugar de con ellos.

Es lo suficientemente desgarrador para un adulto ser testigo de lo que le sucede a un ser querido que muere de Alzheimer; imagínense lo devastador que es para un nieto. Decirle a un niño pequeño que el abuelo Joe no está loco, que está muriendo de una enfermedad mortal, es difícil de entender para cualquier niño. Creo firmemente que es mejor prepararlos ahora en lugar de tratar de explicar la muerte cuando todos son un desastre emocional. La honestidad funciona mejor con los niños.

Es posible que desee concertar una reunión con la escuela para niños. Hable con sus maestros y consejeros explicando las circunstancias en el hogar. Su comportamiento puede ser notablemente diferente cuando están fuera asistiendo a clase.

Fuente: alzinfo.org