QUÉ HACER Y QUÉ NO HACER PARA VISITAR A ALGUIEN CON DEMENCIA


Las personas con demencia todavía pueden disfrutar de tener visitas.
Incluso si su adulto mayor tiene Alzheimer o demencia, es posible que aún disfrute de tener visitas.

Pero se necesita habilidad para que ambas partes tengan una experiencia positiva cuando visitan a alguien con Alzheimer o demencia.
Por lo tanto, prepare a los visitantes para el éxito compartiendo algunas cosas que se debe y no se debe hacer con anticipación.

Tener una gran visita y entender más sobre la demencia podría incluso animar a familiares y amigos a visitarla con más frecuencia.
Explicamos cómo planificar con anticipación las visitas exitosas y compartimos qué hacer y qué no hacer que crean una experiencia positiva al ayudar a familiares y amigos a saber qué decir y hacer.


4 consejos para planificar las visitas estratégicamente
1- Limitar los visitantes a 1 o 2 personas a la vez. Demasiada gente puede ser abrumadora.
2- Programe visitas para la hora del día en la que su adulto mayor suele estar en su mejor momento.
3- Minimiza las distracciones manteniendo el entorno tranquilo y silencioso. Apaga el televisor o la música a todo volumen y pide a cualquier no visitante que vaya a otra habitación.
4- Envía esta lista a tus visitantes con antelación para que tengan tiempo de absorber la información.


21 cosas que hacer y qué no hacer para visitar a alguien con Alzheimer

QUÉ HACER
1- Mantén tu tono y tu lenguaje corporal amigables y positivos.
2- No hables demasiado alto.
3- Haz contacto visual y mantente a la altura de los ojos.
4- Preséntate aunque estés seguro de que deben conocerte. «Hola abuela, soy Joe, tu nieto».
5- Habla despacio y en frases cortas con una sola idea por frase. Por ejemplo: “Hola, Mary. Soy Jane, tu amiga». o «Qué hermoso día. El sol es agradable, ¿verdad?» o “Cuéntame sobre tu hija”.
6- Dales más tiempo para hablar o responder preguntas, no apresures la conversación.
7- Utiliza preguntas abiertas porque no hay respuestas correctas o incorrectas.
8- Estar de acuerdo con sentarse juntos en silencio. Pueden disfrutar de eso tanto como hablar.
9- Sigue su ejemplo, no fuerces temas o actividades de conversación.
10- Validar sus sentimientos. Permíteles expresar tristeza, miedo o ira.
11- Entra en su realidad. Sigue el flujo de la conversación incluso si hablan de cosas que no son ciertas o que no tienen sentido.
12- Comparte y discute recuerdos del pasado. Es más probable que recuerden cosas de hace mucho tiempo.
13- Ven preparado con una actividad, como algo para leer en voz alta, un álbum de fotos para ver o algo de su música favorita para escuchar.
14- Da abrazos, toques suaves o masajea los brazos o los hombros si la persona da permiso y lo disfruta.


QUÉ NO HACER
1- Decir “¿Te acuerdas?” Esto puede causar ira o vergüenza.
2- Argumentarles. Si dicen algo que no es correcto, déjalo ir.
3- Señalarle los errores. Solo les hace sentir mal y no ayuda a la conversación.
4- Suponer que no recuerdan nada. Muchas personas tienen momentos de claridad.
5- Tomar las cosas malas o desagradables que dicen de forma personal. La enfermedad puede torcer sus palabras o hacer que reaccionen mal por confusión, frustración, miedo o ira.
6- Hablar de forma infantil con ellos. No son niños y debes mostrar el respeto adecuado.
7- Habla de ellos con otras personas como si no estuvieran allí.

Fuente: https://bit.ly/3CINNI6

Hoy 30 de Octubre es día de celebración por el cumpleaños de mi suegra, mañana ella no lo recordará, incluso hoy no lo sabe si no se lo decimos.

Pero a pesar de todo eso, damos gracias a Dios que el Ladrón de Recuerdos nos sigue permitiendo disfrutar de estos momentos con ella.

Ella disfruta los pequeños momentos de alegría y tratamos que se multipliquen para que aunque luego los olvide tenga en su corazón esa alegría de sentirse amada, cuidada y valiosa para nosotros.

El Alzheimer hace que ella pronto olvide lo que pasó en el día a día, pero no puede tocar el sentimiento de ella hacia nosotros y no puede impedir que ella disfrute de la vida a nuestro lado.

Ahora celebramos la vida de ella, celebramos sus 88 años y la dicha de poder luchar por ella para poder tenerla con nosotros muchos años más.

Gracias Dios por su vida, y aunque parezca mentira, gracias señor Alzheimer por mostrarnos que:

La familia no es cuestión de sangre, sino de quien sostiene su mano cuando más lo necesita.

#PorEllosValeLaPenaLuchar.
Alztivista Alzheimer
“El Alzhéimer nos quita lo más valioso que tenemos: los recuerdos”, dicen.
Pues…

Te prometo que haré todo lo posible para que puedas seguir recordando todo lo que quieres.

Te prometo que te ayudaré.

Te prometo que te repetiré mi nombre las veces que haga falta hasta que se te quede, y si se te olvida, te lo volveré a recordar.

Te prometo que dibujaré corazones por cada rincón para que recuerdes cada día lo mucho que te quiero.

Te prometo que te contaré tus historias como si fuera un cuento, para que no te quiten el privilegio de recordar cada momento vivido.

Te prometo que te llenaré de post-it la casa con las cosas más importantes, y para que sepas qué es qué.

Te prometo que tendré paciencia cuando me repitas una y otra vez lo mismo.

Te prometo que te imprimiré fotos para que las veas todas las veces que quieras.

Te prometo que haré todo lo posible para que no te des cuenta de que algo no va bien, de que los recuerdos se van.

Te prometo que haré todas las tonterías que haga falta para que no te olvides de sonreír en ningún momento.

No te mereces menos.


«Recordamos tus olvidos,
y tratamos de que no olvides tus recuerdos, porque no olvidamos que no recuerdas,
y te abrazamos y sonreímos;
¿por qué sonríes…?
Sonries porque te queremos.»

PorEllosValeLaPenaLuchar

10 beneficios de beber agua en nuestro organismo

A medida que cumplimos años disminuye la proporción de agua en nuestro organismo. En los mayores, el agua representa tan sólo el 60% en hombres y el 50% en mujeres, frente al 80% en la edad infantil y juvenil.

A esto se suma que al llegar a la tercera edad la sensación de sed se evapora y el agua resulta insípida, por lo que el riesgo de deshidratación aumenta.

Sin embargo, es precisamente en este momento de la vida cuando una correcta hidratación es todavía más importante que en otras edades para un buen funcionamiento de todos los órganos.

Por eso, es vital que nos habituemos a beber agua todos los días y no sólo cuando tengamos sed. Los médicos recomiendan entre 2 y 3 litros y no es de extrañar porque los beneficiosse notan en seguida. En poco tiempo esto es lo que experimentará nuestro organismo:


La piel se ve más limpia: las toxinas que causan inflamaciones y granitos en la piel son expulsadas de tu cuerpo, por lo que se aprecia en ella un aspecto mucho más saludable.

Desaparece la fatiga: muchas veces nos sentimos cansados y abatidos y es por culpa de la deshidratación. Gracias a beber agua habitualmente estos síntomas desaparecen y estamos más despiertos y animados.

Se pierde peso: especialmente si bebemos un vaso de agua justo antes de comer, ya que reducirá la sensación de hambre y hará que nos saciemos antes.

Disminuyen las arrugas: una piel deshidratada es propensa a las arrugas, del mismo modo que éstas desaparecen cuando se tiene un buen equilibrio de agua.

El hígado funciona mejor:beber abundante agua hace que nuestra sangre se mantenga limpia y el hígado funcione mucho mejor. También es muy beneficiosa para el buen funcionamiento de los riñones.

Desaparecen gran parte de los dolores musculares y de articulaciones: ya que éstos se deben, en muchos casos a que no reciben suficiente agua.

Mejora la memoria: si las células del cerebro reciben suficiente agua, funcionan más rápido y mejor, esto nos hace que pensemos más claramente y nos concentremos más.

Se hace mejor la digestión: el aparato digestivo es más saludable cuando nuestro balance de agua e hidratación también lo es.

El sistema inmunológico se hace más fuerte:los mecanismos de defensa funcionan mucho mejor si el cuerpo está bien hidratado.

Aumenta el buen humor: la falta de agua en el cerebro y en las células del cuerpo causa dolores de cabeza y mal humor, por lo que es más que recomendable hacer caso a nuestro organismo, por nuestro bien y el de quienes nos rodean.


Así que no olvides este dato: muchos problemas de salud de los mayores tienen su origen en una mala hidratación.

Por eso, una recomendación muy útil es beber dos vasos de agua en ayunas para estimular el tránsito intestinal, evitar el estreñimiento y las retenciones de líquidos. En otras ocasiones, la causa de un trastorno puntual del comportamiento, como la agresividad, también puede estar asociada a la falta de líquido.

Pero como sabemos que a nuestra edad, además de la falta de sed, otra de las quejas frecuentes es que el agua nos resulta insípida, os sugerimos los siguientes trucos: para solventar esa falta de sabor se les puede recomendar beber agua mineral con sabores.

Para los individuos que se atragantan con los líquidos existen espesantes naturales -en forma de sopas o gelatina- y artificiales.


https://mayormente.com/10-beneficios-de-beber-agua-en-nuestro-organismo/

Papi, tengo miedo

¡Papi, tengo miedo!… ¿Puedo dormir contigo?

¿Qué pasó mi niña?, ¡ya es de noche, ve a dormir!… ¡Ya es muy tarde!

Pero papi, ¡se oyen ruidos muy feos en mi cuarto!…

Me levanté y abandoné la cama para ir con mi pequeña a su cuarto, encendí la luz: Ves… ¡no hay nada aquí para temer!.

¡Pero papi, cuando apagas la luz se escuchan ruidos muy feos!…

¡Ves, no se escucha nada!, ahora ya duérmete por favor, que mañana hay que madrugar…

¡Papi, no te vayas!… ¡quédate conmigo!…

Está bien mi amor, pero sólo por esta noche, ahora ya duérmete por favor…

Me acosté en la cama con mi pequeña y la abracé…

¡Jorge, Jorge!… ¡Despierta, levántate ya!… ¡Es tarde!… ¡Otra vez te quedaste dormido en el cuarto de la niña!… ¿Hasta cuándo vas a impedir que se vaya?… ¡Déjala ir de una vez!, hace un año que murió y todas las noches vienes a dormir aquí, a su habitación; ¡acéptalo de una buena vez!…

¡Ya voy amor!…

Si tan sólo le dijera a mi esposa que mi niña viene todas las noches con miedo a buscarme, tal vez recordaría, que al año siguiente de su muerte ella se suicidó del dolor…

Hace años que vivo entre sus dos fantasmas… Tal vez también, yo sólo sea un espectro y… ¡aún no lo he notado!…

Disfrúta día a día a tu esposa e hijos, abrazalos, diles cuánto los amas y juega con ellos, ríe y no vivas apresurado ni en el cansancio, no sabes cuando será la última vez les veas.

Nueve consejos para quien convive con alguien que sufre Alzheimer u otro tipo de demencia

Convivir con alguien que sufre demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer) consume tanto tiempo y dedicación, que incluso puede llegar a parecer una vivencia insuperable.

A veces da la sensación es que, por mucho que hagamos de nada sirve; nuestro familiar enfermo sigue pareciéndonos frustrado y confundido.

Sin embargo, hay cosas que podemos hacer para ayudar a que un ser querido con Alzheimer disfrute de sus actividades cotidianas.

Aquí hay algunos consejos que pueden ser de utilidad, incluso cuando, en apariencia pueden parecernos frustradas o confundidas fácilmente, siga estos pasos para ayudarlos a sentirse tranquilos y seguros:

  1. Cuídese como cuidador para que su familiar se sienta mejor

Aunque parece un consejo baladí, resulta fundamental que quien dedica varias horas al día a cuidar a un ser querido que sufre Alzheimer encuentre “sus” momentos en los que hacer algo que le guste o sencillamente poder “desconectar” del cuidado.

Resulta importantísimo evitar “quemarse” como cuidador. Si no se hace puede suceder que el cuidador se convierta a su vez en enfermo. Para conseguir estos espacios de descanso es importante que los seres queridos del entorno del enfermo se impliquen y no dejen toda la carga del cuidado en una única persona. Además es algo que hay que hacer de forma planificada, no se trata de “echar una mano” cuando el cuidador no puede más sino de, como dice el siguiente consejo, crear una rutina.

  1. Crear y mantener una rutina

Las personas que sufren Alzheimer suelen vivir mejor si su rutina sigue un horario bastante fijo en el que tanto los espacios como las personas y las “cosas que pasan” siguen un orden que se mantienen. Los cambios pueden ser difíciles para ellos.

Parte de la rutina puede estar formada por una serie de “rituales cotidianos” como utilizar palabras y gestos parecidos cuando se va a hacer una actividad. Por ejemplo una frase, la misma, siempre, cuando nos levantamos para ir a comer, cuando vamos a ir al lavabo o a hacer otra cosa. Algunas familias han descubierto el valor de la música y las canciones para mantener ese “día a día” en el que la persona con Alzheimer se encuentra más cómoda.

En la medida de lo posible conviene que las personas que interactúan con el enfermo sean también las mismas. Por eso conviene que los familiares que se implican en el cuidado no dejen pasar mucho tiempo sin verle y hablar con él o ella.

  1. Limite la cantidad de sonido y movimiento

Casi todos los que conviven con enfermos de Alzheimer saben lo fácil que es que los ruidos o las multitudes confundan, abrumen e incluso inquieten a sus familiares. Sabiendo esto, podemos adecuar la vida de la persona de forma que, cuando salgamos a pasear (algo muy conveniente), además de seguir un recorrido homogéneo en el que paremos si puede ser en el mismo banco, intentemos acudir a parques en los que no haya mucha gente o gritos. Incluso podemos preferir tiendas pequeñas en las que no haya mucha gente.

Aunque nos parezca que lo mejor es que nuestro familiar vea a toda la familia en ocasiones especiales como la Navidad o una boda, quizás acabemos frustrados cuando se agobie por la presencia de tanta gente que no reconoce o encuentre molesta la presencia de niños pequeños.

La televisión puede tener un papel positivo en algunos momentos del día pero solo cuando estemos “efectivamente” viéndola. Para algunos enfermos puede resultar difícil distinguir entre lo que sucede en la sala y en la televisión, algo que puede resultar muy confuso, por lo que cuando no la estemos viendo es mejor tenerla apagada.

  1. Pensemos en que cosas “sí” pueden hacer

Aunque solamos caer en pensar en todas las cosas que antes podía hacer y ahora ya no, es posible que deba adoptar un enfoque diferente y centrarnos en lo poco o mucho que todavía puede hacer e incluso disfruta haciendo. El día a día suele “comerse” al cuidador por lo que vale la pena encontrar espacios y momentos en los que cuidar de una forma diferente, sencillamente recordando las cosas que gustaban a quien ahora no nos lo puede decir. ¿En qué era buena o bueno? ¿Con qué lo pasaba bien?

Hay muchas mujeres con Alzheimer para quienes la cocina y algunas labores domésticas han ocupado una parte importante de su vida. ¿Las recordamos cocinando o planchando como una mera obligación o como algo con lo que disfrutaba? Hay que hablarlo. Quizás no pueda preparar todo un plato pero se sienta bien haciendo alguna de las labores o preparativos. Quizás le cuesta hacer muchas cosas pero puede poner orden en un armario en el que guardamos toallas.

Algunas labores repetitivas que durante la juventud ocuparon parte de su vida pueden resultar ahora algo significativo que les haga pasar un buen rato.

Como la memoria a corto plazo se pierde con la enfermedad, es posible que pueda realizar varias veces seguidas una actividad que para el o ella resulta significativa: emparejar calcetines, separar piedrecitas de las lentejas o lijar un trozo de madera. En eso, alguien que sufre Alzheimer es igual que los demás, lo pasa bien ocupando el tiempo en algo con lo que disfruta.

  1. Hay que salir fuera y consumir energía

Es una continuación del consejo anterior, no olvidemos que algo que a muchos gusta es sencillamente caminar. Muchas familias limitan las salidas de la persona enferma por miedo a que se pierda o pase algo. Lo que hay que hacer es integrar el ejercicio y el salir al exterior en la rutina de la persona.

El sol es importantísimo en la salud de todos. No sólo porque ayuda a que podamos aprovechar algunas vitaminas sino también porque ayuda a situarnos en el momento del día en el que estamos y a poner en hora nuestro reloj interno.En algunas ciudades se están instalando jardines terapéuticos en los parques públicos para que personas con Alzheimer puedan pasar más tiempo en el exterior. Aprovechémoslo.

El hecho de salir al exterior y hacer ejercicio tiene también enormes virtudes que pueden repercutir en el bienestar del mayor. Quien se cansa durante el día duerme y come mejor además de hacer mejores digestiones. Además, cuando camina quien sufre Alzheimer también lo hacemos nosotros.

  1. Sea comprensivo con quien vive con el Alzheimer

Cuando se sufre Alzheimer resulta muy difícil mejorar las habilidades que se mantienen y aún más recordar instrucciones. Por lo tanto necesita hacer ajustes empezando por las expectativas que tiene sobre lo que puede o no hacer su ser querido.

Una actividad como poner la mesa, formada de varias pequeñas tareas puede ser un indicador de como avanza la enfermedad. Si dejamos que nuestro ser querido se encargue y lo haga cada día, conseguiremos que una actividad vinculada a un momento del día y a la alimentación, le ayude a tener puntos de referencia. A media que aparezcan los errores, es mejor no reprender ni llamar la atención sobre los mismos. Podemos reorganizar discretamente la mesa.

  1. Controle la toma de decisiones

Las personas con Alzheimer pueden ponerse nerviosas cuando tienen que decidir entre varias opciones. Por eso es bueno tomar el control de las elecciones cotidianas y presentarlas de una forma adecuada.

¿Qué blusa quieres ponerte hoy? Puede ser una pregunta generadora de angustia. Poner dos blusas encima de la cama y aprovechar el rato en que se viste para preguntar algo como “tenemos la blusa azul y la verde, a ver cuál te sienta mejor”, puede ser una opción mejor que, además nos permita, si vemos signos de confusión elegir nosotros una mientras le explicamos algo como “como se acera el verano y ha a hacer calor, mejor la verde que es más ligerita y te sienta mejor”.

  1. Esté listo para “Sundowning”

Esta palabra inglesa que significa “puesta de sol” se refiere a un empeoramiento de las alteraciones conductuales del enfermo al final de la tarde y principio de la noche. Es como si al llegar la noche los enfermos se volviesen más sensibles e irascibles.

Muchos han intentado dar una explicación a esta situación. Algunos lo han relacionado con alteraciones en los ciclos “noche-día” que sufren los enfermos de Alzheimer. Como si estuviesen en un continuo jet-lag; otros dicen que puede tener que ver con el cansancio acumulado durante el día tanto por parte del enfermo como del cuidador.

No existe una única forma de afrontar esta situación, aunque los siete consejos anteriores pueden servir para prevenir. Algunos expertos recomiendan escuchar al enfermo. En fases no muy avanzadas es posible que pueda decirnos qué le produce malestar o inquietud. Pueden ser miedos relacionados con algo que le ha pasado durante su vida y relaciona con la llegada de la noche como que algo puede pasar o alguien puede entrar en casa. Vale la pena no enfrentarse o descartar de plano e incorporar en la rutina un repaso de las puertas y ventanas para ver que están bien cerradas.

Aún haciendo eso vale la pena armarse de paciencia.

  1. Esté preparado para pedir ayuda

Cuidar a alguien que sufre Alzheimer requiere entender que estamos en un proceso en el que la persona enferma cada vez estará peor y requerirá más de nosotros. Además hay que asumir que la pérdida de la capacidad cognitiva comporta en muchas ocasiones que la afectividad se viva de forma diferente e incluso que nuestro ser querido se olvide de quiénes somos.

Esto unido al esfuerzo físico que requiere la atención puede llevarnos a necesitar ayuda. Hay que aceptarlo y no considerar que recibir atención domiciliaria, usar un centro de día o incluso el ingreso en una residencia es un fracaso o una traición a nuestro ser querido.

Un buen consejo es acudir a asociaciones de familiares de Alzheimer donde podemos recibir la primera ayuda que es el apoyo y consejo de alguien que ha vivido situaciones parecidas a la nuestra

Fuente:

www.inforesidencias.com

Usted es un cuidador si brinda cuidados a alguien que necesita ayuda. Cuidar a alguien puede ser duro para usted, más allá de la gran satisfacción que pueda sentir.

Para seguir siendo un buen cuidador, necesita ocuparse de sí mismo. Una forma en que puede hacerlo es asegurándose de tener descansos habituales de sus responsabilidades como cuidador.

A esto se lo llama relevo o respiro. Los descansos breves pueden ser una parte clave del mantenimiento de su propia salud.

¿Qué son los cuidados de relevo?

Espanol

Usted es un cuidador si se ocupa de alguien que necesita ayuda. Tomarse descansos breves puede ser la clave del mantenimiento de su propia salud.

Los cuidados de relevo le permiten al cuidador liberarse por un tiempo de sus responsabilidades relacionadas con la prestación de cuidados. Puede consistir en diferentes tipos de servicios en el hogar, en un centro de cuidados diurnos para adultos, o aún en un hogar de ancianos por un corto plazo para que los cuidadores puedan tener un descanso o incluso irse de vacaciones.

Las investigaciones muestran que aun unas pocas horas de relevo o respiro por semana pueden mejorar el bienestar del cuidador.

Los cuidados de relevo pueden ser provistos por familiares, amigos, un grupo sin fines de lucro o una agencia gubernamental. Algunos de estos servicios podrían ser gratuitos o de bajo costo.

Familiares y amigos

Haga saber sus necesidades

Aquí le ofrecemos algunas sugerencias para conseguir ayuda de personas que conozca.

  1. Identifique una tarea relacionada con la prestación de cuidados o un periodo de tiempo en que le gustaría que lo ayudaran. Quizás haya una reunión de un club de lectura a la que le gustaría asistir y que se haya estado perdiendo debido a sus responsabilidades como cuidador. Cuando alguien le diga “¿Qué puedo hacer para ayudar?”, esté listo para responder con una tarea o un horario específico, como “Me ayudaría mucho si te pudieras quedar con mamá el martes a la noche para que yo pueda ir a mi club de lectura por 2 horas”.
  2. Sea comprensivo si le dicen que no. Tal vez la persona no pueda ayudarlo con ese pedido específico, pero podría hacerlo en otro momento. No tema pedir de nuevo.
  3. Si le resulta difícil pedir ayuda cara a cara, pruebe escribirles un mensaje electrónico sobre sus necesidades a sus amigos y familiares. Establezca un calendario compartido en línea o una herramienta para programar horarios en donde las personas se puedan anotar para darle un descanso a usted con regularidad.

Su médico u otro proveedor de atención médica

¿Su médico sabe que usted es un cuidador?

  • Su médico debería estar al tanto de las necesidades especiales que usted tiene como cuidador. Asegúrese de decirle a su médico si sus responsabilidades como cuidador lo hacen sentir deprimido o ansioso. Los profesionales de atención médica también podrían saber sobre grupos de apoyo ofrecidos en la comunidad.
  • Avísele a su médico (o al médico de la persona que usted cuida) que necesita ayuda para encontrar cuidados de relevo.

¿Todavía no consigue un descanso?

Piense en la idea de unirse a un grupo de apoyo en línea. Es importante que usted tenga una oportunidad para compartir sus experiencias con otras personas en situaciones similares, y conseguir apoyo y nuevos recursos de ellas.

Recuerde: Para ser un cuidador eficaz, debe cuidarse a sí mismo. La persona a quien le brinda cuidados cuenta con usted.

Las 10 reglas de oro del cuidador

Vivir las 24 horas del día y de la noche con un familiar afectado por la enfermedad de Alzheimer es una prueba para la que ninguna persona está preparada.

Estos diez consejos le servirán como reglas de oro para “capear» con éxito las situaciones que se le van a presentar.

Léalas detenidamente.

No intente aplicarlas todos a la vez. Elija el o los consejos que mejor le parecen adecuarse con la situación actual.

* Regla 1: mantener la calma

Es la primera de todas las reglas.

A menudo usted se sentirá irritado/a, desasosegado/a, nervioso/a, por la conducta de su familiar.

No se encolerice. Esto no sirve para nada pues su familiar no se comporta según las reglas habituales, familiares, sociales o de convivencia, las olvida.

Su conducta no responde ya a una lógica. No tiene la intención de ponerle a usted en una situación desagradable sino que reacciona respondiendo a un estado mental que no es como el suyo.

La dificultad viene porque en parte sigue siendo él mismo pero la enfermedad le vuelve diferente. Hay que aprender a distinguir la persona que conocía del enfermo en él que se ha convertido.

Por otra parte, si usted le presiona, reaccionará a su enfado, encolerizándose, gritando, agitándose…

Estas reacciones (que le pueden parecer verdaderos despropósitos) incrementarán su estrés y le harán la vida imposible. Trate, al máximo, de no desencadenarlas.

* Regla 2: dejarle el tiempo que necesita

Muy a menudo, se piensa que las pérdidas de memoria disminuyen si se somete al enfermo a una estimulación permanente.

De buena fe, el cuidador puede inducir una “hiperestimulación», es un error.

Si usted le pide a su familiar demasiado (si le hace muchas preguntas, si le encomienda actividades difíciles de realizar o muy continuadas) se encolerizará, gritará y romperá los objetos.

Es su forma de comunicarle que no puede controlar la situación.

Déjele respirar. Déjele tiempo para hacer tareas aunque tarde más de media hora. No encadene las actividades unas tras otras. Si le hace una pregunta, dele tiempo para comprenderla y para contestarla.

En general, es bueno estimularlo para realizar actividades de las que todavía es capaz, pero evite hacerle sentir en una situación de fracaso pidiéndole cosas que ya no puede hacer.

* Regla 3: dejarle vivir a su ritmo sin intervenir sistemáticamente en su manera de vivir

Hay que evitar dos actitudes muy frecuentes:

    1. La que consiste en impedirle realizar las actividades caseras porque las lleva a cabo mal o de una manera que a usted no le gusta, “No pone bien la mesa, equivocando los cubiertos y los platos; hace mal las camas, no coloca sus cosas donde debería». A menudo los enfermos permanecen inactivos y olvidan mucho más rápidamente los hábitos de la vida diaria porque la familia los aparta de la vida familiar. Esta exclusión genera un sentimiento de fracaso, lo que disminuye aún más su autoestima,
    2. La que consiste en dejarle hacer lo que quiere. Mientras su actividad no sea peligrosa para él o para los demás miembros de la familia, déjele libertad para continuarla, incluso si su actitud es extraña o no habitual. Si quiere acostarse con su sombrero, déjele. Si ella juega con una muñeca creyendo que se trata de su nieta, permítaselo. Por el contrario, manténgase firme impidiéndole actividades que pueden llegar a ser peligrosas. Niéguese a dejarle conducir el coche, a tocar la llave del gas, a jugar con objetos cortantes, a fumar en la cama… si considera que ya no está capacitado para ello.

* Regla 4: no discutir

Su familiar puede encontrar buenas razones para justificar sus olvidos.

Puede acusarle de haberle robado su monedero si ya no lo encuentra.

No discuta con él.

Su lógica ha dejado de ser la nuestra.

Asimismo, evite, en su presencia las discusiones con otros miembros de la familia y los comentarios negativos.

*Regla 5: no regañarle

Poco a poco se olvida de las convenciones que rigen las relaciones sociales.

Aparece una desinhibición que explica las conductas inapropiadas.

No sirve de nada regañarle o amenazarle, incluso con el dedo.

Mucho mejor felicitarle aún que no ha cumplido bien lo que estaba haciendo.

* Regla 6: no tomar a mal sus conductas ilógicas o incoherentes

Los trastornos del comportamiento que pueden manifestarse no son dirigidos contra usted, su familiar no lo hace a propósito para fastidiarle.

Es su manera de reaccionar ante una situación que ya no domina.

* Regla 7: organizar su vida de forma rutinaria

Usted sabe que su enfermo pierde poco a poco la memoria, lo que quiere decir que es incapaz de aprender nuevas formas de actuar.

Por ejemplo, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias costumbres a la hora de lavarnos, vestirnos, comer. Es nuestra rutina.

Hay que utilizar al máximo la rutina que su familiar elaboró en el transcurso de su vida, manteniéndola y evitando innovar: hacer siempre las mismas cosas, en el mismo orden, en el mismo sitio y a la misma hora.

Le facilitará la vida de su enfermo y la suya propia.

* Regla 8: preparase a tomar decisiones en su lugar

Su familiar tenía una responsabilidad total, o parcial, sobre las decisiones relacionadas con la vida familiar y, siempre, sobre las decisiones relativas a su propia vida.

Usted sabe que llegará un momento en el que su estado ya no le permita tomar estas decisiones.

Sobre usted y los demás miembros de la familia, recae ahora el peso de las decisiones.

Ya se dará usted cuenta de que las decisiones son múltiples y diferentes: algunas concernientes a la gestión económica del hogar, otras son relativas a la vida en común y a los hijos.

También existen decisiones “médicas» que afectan a la propia vida de su familiar: ¿hay que autorizar un ingreso hospitalario o una intervención? ¿Debe participar en algún ensayo terapéutico?

En cualquier caso hacer frente, solo, a una decisión difícil es angustioso. Si tiene usted familia, implíqueles en el proceso de toma de decisiones. Así, la familia podrá discutir, sopesar y compartir la responsabilidad.

* Regla 9: simular situaciones que puedan producirse

Siempre es difícil reaccionar con eficacia ante una situación imprevista.

La improvisación, sobre todo en un contexto estresante, es mala cosa.

Pongamos un ejemplo. Su familiar sale de compras por su barrio. Pasan tres horas y no vuelve a casa: Se ha perdido.

Usted se asusta. ¿Hay que ir a buscarlo? ¿Es mejor esperarlo?

¿A quién hay que avisar? ¿Llamo a los hospitales? ¿A la policía?

Si usted ha pensado en esta posibilidad, estará mejor preparado para afrontar la situación. ¿Está provisto de una pulsera, de una medalla o de una tarjeta de identificación en la que figuran su nombre, apellidos, dirección y el número de teléfono? ¿Ha hablado usted de su enfermedad con los vecinos para que puedan ayudarle a reconstruir el camino que ha seguido?

¿Tiene usted a mano el número de teléfono de la comisaría más cercana para denunciar su desaparición?

¿Tiene usted una foto reciente para ayudar a identificarle?

¿Es usted capaz de describir cómo iba vestido?

Pensar en las situaciones que pueden ocurrir y saber cómo actuar, disminuirá su angustia y, si la situación se produce, aumentará la eficacia de sus decisiones.

* Regla 10: cuidarse de uno mismo

No se le repetirá nunca lo suficiente.

Ha aceptado enfrentarse a una situación difícil, de corazón y con todo el amor que usted siente hacia su familiar.

Pero la más bella de las abnegaciones no le dará la fuerza física para resistir a los cuidados y a la atención que es preciso dispensar durante las 24 horas del día.

La persona que cuida a un familiar con Alzheimer en casa le dedica una media de 8 horas al día, cada día de la semana.

¿Cuánto tiempo resistiría usted si no se concediera plazos para descansar, para dormir o, simplemente para tener un respiro? ¿Cómo se encontrará de humor? ¿Cuáles serán sus reacciones cuando el enfermo cometa algún error? ¿Cuál será la calidad de los cuidados que le dará?

Recuerde que en la mitad de los casos, el ingreso del enfermo en una residencia se debe al agotamiento de su cuidador.