El duelo tiene altibajos, y se alivia con el tiempo


Los primeros días hay hasta dificultad para recordar quién ha llamado por teléfono, o quién acompaño a los servicios funerarios.

Estás son respuestas normales en el proceso de duelo que se inicia, ya que la mente y el cuerpo están tratando de incorporar la realidad de la muerte de un ser amado.

Lo que abruma a los dolientes apenas fallece un ser querido, es sentirse rodeados de una niebla espesa que parece que nunca se va a ir.
Después del entierro las semanas posteriores al funeral u otros actos en su
memoria suelen ser difíciles
porque los familiares y amigos visitan o llaman menos.

Las semanas 4 a 6 después de la muerte son un desafío
porque se empieza a tomar
conciencia de que la vida
cambió. Y paso a paso se deja de actuar mecánicamente, y es común sentir que se está peor. Se puede estar más en estado de llanto, o encontrarse repasando los eventos que llevaron a la muerte al ser querido una y otra vez. Puede encontrarse diciendo:
A esta altura del mes pasado
estábamos…O en esta época,
el año pasado hicimos, etc….

Estos pensamientos y emociones son
normales, ya que forman parte de cómo se va asimilando la muerte del ser querido, y el cambio de vida que hay que enfrentar en los próximos meses, la recomendación es ser paciente con su evolución.

Junto a la muerte de un ser querido hay muchos cambios, pequeños y grandes, que requieren hacer cosas nuevas. Puede ser agobiante organizar todo lo que hay que hacer y cómo hacerlo, la siguiente sección de esta guía
ofrece consejos para ello.
Acepte que se
sentirá triste. Es importante que acepte que estará triste y esto significa tenerse paciencia y entender que
el duelo es mucho más complejo que lo que la mayoría piensa porque se compone de muchas
pérdidas distintas. Cuando
un ser querido muere, no sólo
Se va la persona, sino que también se pierde las numerosas facetas que se tenían.

La persona que hacía las tareas del hogar. La unica que trabajaba y proveía, el administrador , el mejor consejero en fin una lista interminable. Y del mismo modo, si usted participaba del cuidado de ese ser amado, perderá el contacto que tenía
con los profesionales de la salud involucrados.

Lamentablemente, se vive
en un mundo acelerado y a
menudo se espera que todo
ocurra de inmediato. Se Tiende a pensar que el duelo pasará rápido pero sin embargo, no se le debe apresurar.

Cuando
un ser querido muere, el duelo
saludable implica darse el tiempo y el espacio que se necesite para
acostumbrarse a estar sin él ella.
Los días venideros son diferentes, y con muchos matices, sólo necesita autocomprenderse y entender que se está en un proceso normal de adaptación.

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Fuente: Déjame ayudarte en tu duelo

Ya comprendí


Que por más que llore no volverás…
Que esta tristeza en la mirada ya no se perderá…

Que por siempre miraré al cielo
buscando una señal, que no llegará…
Que hasta mi último suspiro, siempre tendré ese vacío en el pecho que nadie llenará…

Que todos los demás podrán olvidarte, pero yo no lo haré jamás…
Que mil veces me preguntaré porqué tuviste que irte y nunca habrá respuesta…

Que muchos me dirán: «deja de sufrir ha pasado el tiempo», pero para mi seguirá este dolor como el primer instante de tu partida…

Que todos seguirán su vida, como si nada hubiera pasado, mientras la mía ha cambiado total y radicalmente…

Que yo tendré que festejar tu cumpleaños en silencio, sin velas, pastel o mañanitas…

Que mi fuerza está en pensar que cada día que pasa es un día menos para encontrarte otra vez…

Y que he aprendido a sonreír, aún cuando en mis ojos se asome una lágrima presta a caer…

Que ya no te volveré a mirar como antes, y extrañaré tu sonrisa, tu voz, tus abrazos…

Es difícil entender, pero ya todo esto lo trata de asimilar mi cabeza…

El verdadero problema radica en que aún no sé…. cuándo me dejará de doler tu ausencia.

(Créditos a su autor)

Ya comprendí


Que por más que llore no volverás…
Que esta tristeza en la mirada ya no se perderá…

Que por siempre miraré al cielo
buscando una señal, que no llegará…
Que hasta mi último suspiro, siempre tendré ese vacío en el pecho que nadie llenará…

Que todos los demás podrán olvidarte, pero yo no lo haré jamás…
Que mil veces me preguntaré porqué tuviste que irte y nunca habrá respuesta…

Que muchos me dirán: «deja de sufrir ha pasado el tiempo», pero para mi seguirá este dolor como el primer instante de tu partida…

Que todos seguirán su vida, como si nada hubiera pasado, mientras la mía ha cambiado total y radicalmente…

Que yo tendré que festejar tu cumpleaños en silencio, sin velas, pastel o mañanitas…

Que mi fuerza está en pensar que cada día que pasa es un día menos para encontrarte otra vez…

Y que he aprendido a sonreír, aún cuando en mis ojos se asome una lágrima presta a caer…

Que ya no te volveré a mirar como antes, y extrañaré tu sonrisa, tu voz, tus abrazos…

Es difícil entender, pero ya todo esto lo trata de asimilar mi cabeza…

El verdadero problema radica en que aún no sé…. cuándo me dejará de doler tu ausencia.

(Créditos a su autor)